amor, Mis historias, romance

El lunes que todo cambió

¿Alguna vez te viste arrugadito, así bien pasita, con más canas que cabello negro y al lado de una persona a la que has amado por mucho tiempo? La verdad yo no, no había pensado que tal cosa podría ser. Pero hoy justamente al ver una imagen en un banco de fotos de una mujer y un hombre ancianos me vi. Me vi compartiendo con alguien todos los días de mi vida, los buenos y los malos momentos. En realidad pensé que eso jamás pasaría por mi cabeza, menos en esta era en la que las relaciones son desechables y poco duraderas. En la calle se ven menos parejas felices, menos viejitos tomados de la mano. Muchos dicen que “ya no hay amores como esos”. Yo creo que sí.

Un 27 de junio del 2016, era lunes y llovía. Ahí me encontré con él, era simpático y me invitó un té verde en un café de una plaza cercana a mi casa. En esos días aún traía a cuestas una resaca sentimental de tres años. Pero él ha hecho que eso quedara en el pasado, donde estará para siempre. Desde ese lunes, no nos hemos dejado de ver casi ni un solo día –los domingos regularmente descansa de mí-. Ayer cuando íbamos en medio del tráfico le pregunté: ¿no te aburres de mí? Su respuesta fue que no. Ojalá que nunca lo haga porque han pasado 535 días en nuestras vidas donde por lo menos yo, me he encontrado, me he visto en sus ojos y me ha llenado de alegría saberle a mi lado.

Debo confesar que no tenía ninguna expectativa al conocerlo. Recuerdo que había amenazado con besarme, pero por lo menos el primer día no pasó. El segundo día que lo miré fue en el Parque México, en cuanto nos vimos me besó y luego me invitó un kebab. La última vez que había comido en ese foodtruck me encontraba sufriendo por unos incómodos zapatos que me habían hecho ampollas y quien iba conmigo no paraba de regañarme por haber tomado la decisión de haberme puesto ese molesto par sabiendo que iba a caminar mucho y en general había sido todo horrible. Pero con él no fue así, esta vez mis zapatos eran cómodos y nos sentamos a comernos ese manjar árabe en una banca mientras los mosquitos nos comían a nosotros. Todo fue bien romántico.

De pronto el tiempo pasó tan rápido, hemos pasado por muchas cosas buenas, otras no tanto. Nos hemos peleado muchas veces, pero a los cinco minutos estamos abrazados y riéndonos. Hemos llorado juntos hasta en el cine, hemos viajado juntos, nos hemos quedado en las casas de ambos, mi madre lo adora, mi familia lo quiere, mis primas lo bullean, mi mejor amigo habla con él de Star Wars, mi tío ha bebido con él, pero sobretodo yo lo amo. Y nunca pensé que pudiera existir una persona que pudiera decir las misas burradas y malos chistes que yo y menos al mismo tiempo. No creía que existiera tal conexión entre dos seres, pero ahora que caigo en la cuenta estoy segura de que sí. Sí quiero hacerme anciana tomando su mano y decirle que yo lo amo más.

Y que él me diga que él, y que yo le diga que yo, que él me diga no, es él el que me ama más y que yo le diga que no y que no, que soy yo la que lo ama más y que…

Estándar