Género, Mis historias, Violencia

Hemos fallado

Hace un par de días fui al cumpleaños de una querida amiga a un conocido restaurante de alitas y la realidad de nuestra sociedad me dio una tremenda arrastrada. En la pedidera de bebidas, ella se pidió su respectivo tarro de chela mientras que su esposo que era quien conduciría ese día había pedido una bebida frapeada sin alcohol, por obvias razones. Al llegar con las bebidas el mismo mesero que había anotado la comanda, adivinen qué fue lo que hizo. Le dio la chela al esposo de mi amiga y a ella le dejó la bebida sin alcohol.

A ver muchachos y muchachas, ¿en qué momento se estipuló por regla que nosotras no bebemos? No es una cuestión de género que alguien tome, fume, baile, se desnude o coja a diestra y siniestra. Por otra parte, hay veces en las que las mujeres son etiquetadas bajo la palabra ‘putas’ por decidir tener amoríos con varios hombres, mientras que cuando un hombre es el que tiene a varias mujeres a la vez se le llama un ‘Don Juan’, un ‘casanova’, un conquistador y hasta es subido en hombros por sus congéneres. ¿Cuántas de ustedes cocinan todos los días para sus parejas? ¿Cuántas de ustedes lavan la ropa de ellos? ¿Quién tiende más la cama? ¿Quién es la persona que más recoge las cosas de suelo o que ordena las áreas de una casa? ¿Qué es más común aún hoy en día, que los hombres o las mujeres se encarguen de cuidar y educar a los hijos?

Seguramente si Simone de Beauvoir estuviera viva aún, le da el inflarto al ver que las cosas no han cambiado mucho. Hoy en día el tema del acoso contra las mujeres se ha vuelto un escándalo difícil de ocultar en el que personas poderosas y famosos se han visto involucrados. No olvidemos ni dejemos de lado que no solo en el cine se da este tipo de prácticas nefastas, recordemos y evidenciemos a cualquier pendejo con tantito poder que a veces se quiere pasar de listo. Tampoco olvidemos que quienes criaron a esos abusadores o acosadores fueron otras mujeres, igual dejemos en claro que nosotras mismas hemos sido machistas sin querer o queriendo, que algunas madres también han criado a machos que esperan aún en nuestro siglo veintiuno que una mujer los atienda, nomás por sus huevos.

Como tampoco esto es para echarles la culpa a unos y a otros no, dejémoslo en que todos tenemos vela en este entierro. Como sociedad nos hemos quedado mal al saber que si una mujer sale a la calle con una minifalda o un escote seguramente más de un tipo le dirá algo como: “mamacita”, “sabrosa”, “que piernotas”, “mira nada más que tetas”. Nos hemos fallado al seguir aceptando que los hombres deben ganar mucho más que las mujeres aún cuando ellas tengan rangos más altos en las empresas o el mismo puesto que ellos. Nos hemos fallado cuando muchas de las mujeres directivas les han pedido a sus colaboradoras no embarazarse o incluso han decidido correr a embarazadas o simplemente han decidido no emplear más mujeres para “evitarse problemas y ausencias”. También nos fallamos como sociedad al tener que ser nosotras las que dictemos los roles con nuestras parejas sobre quién hará la comida o quién lavará los platos sucios. Y desde luego, fallamos en cantar canciones en las que las féminas somos tratadas como meros objetos sexuales. No te hagas, seguramente has bailado más de una vez alguna de Maluma en la party.

Justo hablaba sobre este triste tema con mi compañera de trabajo, y ella me decía «la sociedad no quiere igualdad entre hombres y mujeres, lo que quiere son supermujeres. Nos están dando ‘oportunidad’ de salir y ejercer nuestras profesiones pero también de alguna forma somos obligadas a llegar a casa y limpiar, hacer de comer, cuidar a los hijos y estar bien buenas para el marido». Si bien antes nosotras no podíamos ni votar, hoy existen aún muchas religiones en las que el discurso durante una ceremonia de nupcias es caduco. Las mujeres deben jurar ante Dios ser sumisas o doblegarse ante sus maridos, yo misma lo he escuchado.

¿De quién dependerá entonces que nosotras podamos ser libres de verdad? ¿Cuándo terminarán los roles de la sumisa y el amo? ¿Habrá un día en que hombres y mujeres de verdad sean iguales y cooperen en las labores del hogar de manera equitativa?

Perdón Simone, pero en este cumpleaños no tengo ninguna buena noticia respecto a la evolución de la sociedad para darte de regalo.

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El lunes que todo cambió

¿Alguna vez te viste arrugadito, así bien pasita, con más canas que cabello negro y al lado de una persona a la que has amado por mucho tiempo? La verdad yo no, no había pensado que tal cosa podría ser. Pero hoy justamente al ver una imagen en un banco de fotos de una mujer y un hombre ancianos me vi. Me vi compartiendo con alguien todos los días de mi vida, los buenos y los malos momentos. En realidad pensé que eso jamás pasaría por mi cabeza, menos en esta era en la que las relaciones son desechables y poco duraderas. En la calle se ven menos parejas felices, menos viejitos tomados de la mano. Muchos dicen que “ya no hay amores como esos”. Yo creo que sí.

Un 27 de junio del 2016, era lunes y llovía. Ahí me encontré con él, era simpático y me invitó un té verde en un café de una plaza cercana a mi casa. En esos días aún traía a cuestas una resaca sentimental de tres años. Pero él ha hecho que eso quedara en el pasado, donde estará para siempre. Desde ese lunes, no nos hemos dejado de ver casi ni un solo día –los domingos regularmente descansa de mí-. Ayer cuando íbamos en medio del tráfico le pregunté: ¿no te aburres de mí? Su respuesta fue que no. Ojalá que nunca lo haga porque han pasado 535 días en nuestras vidas donde por lo menos yo, me he encontrado, me he visto en sus ojos y me ha llenado de alegría saberle a mi lado.

Debo confesar que no tenía ninguna expectativa al conocerlo. Recuerdo que había amenazado con besarme, pero por lo menos el primer día no pasó. El segundo día que lo miré fue en el Parque México, en cuanto nos vimos me besó y luego me invitó un kebab. La última vez que había comido en ese foodtruck me encontraba sufriendo por unos incómodos zapatos que me habían hecho ampollas y quien iba conmigo no paraba de regañarme por haber tomado la decisión de haberme puesto ese molesto par sabiendo que iba a caminar mucho y en general había sido todo horrible. Pero con él no fue así, esta vez mis zapatos eran cómodos y nos sentamos a comernos ese manjar árabe en una banca mientras los mosquitos nos comían a nosotros. Todo fue bien romántico.

De pronto el tiempo pasó tan rápido, hemos pasado por muchas cosas buenas, otras no tanto. Nos hemos peleado muchas veces, pero a los cinco minutos estamos abrazados y riéndonos. Hemos llorado juntos hasta en el cine, hemos viajado juntos, nos hemos quedado en las casas de ambos, mi madre lo adora, mi familia lo quiere, mis primas lo bullean, mi mejor amigo habla con él de Star Wars, mi tío ha bebido con él, pero sobretodo yo lo amo. Y nunca pensé que pudiera existir una persona que pudiera decir las misas burradas y malos chistes que yo y menos al mismo tiempo. No creía que existiera tal conexión entre dos seres, pero ahora que caigo en la cuenta estoy segura de que sí. Sí quiero hacerme anciana tomando su mano y decirle que yo lo amo más.

Y que él me diga que él, y que yo le diga que yo, que él me diga no, es él el que me ama más y que yo le diga que no y que no, que soy yo la que lo ama más y que…

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Estamos heridos, pero de pie

No he podido dormir. Desde el pasado 19 de septiembre el miedo me ha embargado y no he podido conciliar el sueño. Para mí, el terremoto que aconteció en el centro de México, ha sido uno de los eventos más espantosos que me ha tocado vivir. Eso se los puedo decir yo que me ha tocado estar en zonas de conflicto en Sinaloa.

Yo laboro en la Torre Reforma Latino, ubicada en Reforma, tiene 49 pisos y 196 metros de altura. Es nuevo el edificio, y en los piso del 37 al 42 están ocupados por múltiples empresas, entre ellas para la que yo trabajo. Diariamente convivimos personas de diversas nacionalidades y lugares, son los vecinos del coworking. Pero lo que vivimos ese día no tiene precedente, incluso había muchos extranjeros que jamás habían experimentado algo así. Eran las 11 de la mañana del 19 de septiembre, las alarmas comenzaron a sonar, es un estruendo que te deja sordo. Para conmemorar los 32 años de la catástrofe que derribó media Ciudad de México, cada año se realiza un mega simulacro y a nosotros nos habían indicado no evacuar –yo me encuentro en el piso 41 del edificio, ya sabrán- y el área de repliegue está en el pasillo de los elevadores. Hicimos el simulacro que duró alrededor de 15 o 20 minutos y cada quien volvió a sus oficinas, pero nadie sabía que tan sólo dos horas más tarde, volveríamos a vernos en ese mismo lugar.

Yo recuerdo haber sentido que la mesa se movía mucho y que los cristales de la oficina comenzaron a tronar, nos levantamos mi compañera y yo, sabíamos qué hacer. La alarma sonó más de cinco segundos después de que comenzó el sismo, vi como algunas personas estuvieron a nada de caerse al caminar para llegar a la zona de “resguardo”. ¿Qué es lo primero que piensas estando a esa altura con un terremoto de semejante magnitud? Pues sí, que ya nos cargó a todos, nadie gritaba, algunos lloraban en silencio, nos veíamos a las caras para sabernos bien, el edificio se movió como si zangolotearas una caja de zapatos con canicas en su interior, incluso no dejó de moverse hasta pasados los dos minutos. Fueron para mí los dos minutos más largos de mi existencia, comenzamos a bajar los 41 pisos y debo confesar que esos momentos pasaron a mayor velocidad de la que mi corazón palpita. Muchos en la histeria querían apresurarse, pero en esa torre diariamente trabajamos decenas de personas, era un río de personas. A mi lado bajando escaleras iba una chica de Venezuela que caminaba descalza, con los zapatos en la mano y terriblemente asustada. “En mi país no tiembla, esto es horrible”, decía sin dejar de bajar escalones. A unas personas delante de mí, había una chica argentina que lloraba y lloraba. En esos momentos permanecíamos incomunicados totalmente.

Al llegar a la calle, Paseo de la Reforma –una de las calles más transitadas e importantes de la ciudad- el caudal de carros se convirtió en caudal de personas, los vehículos quedaron varados en medio de miles de almas que seguíamos sin asimilar lo sucedido. Comenzó a pasarse la voz con los que podían tener red en su celular que aquello había sido devastador, que se habían caído edificios y que no sabían si había muertos al momento. En uno de los lapsos de señal pude decirle a mi madre que estaba bien, de pronto me llegaban decenas de mensajes de whatsapp que solo podía leer. No entraban llamadas, no salían mensajes, todos en shock.

Después de esperar algunas horas en la calle, pudimos subir 41 pisos de nuevo por nuestras cosas y de ahí a emprender huida. Mi novio llegó corriendo desde su casa y regresamos a pie. El tráfico estaba imposible, la gente caminaba por todos lados, había una calma tensa, como triste. Pasamos por colonias como la Roma, la Condesa, había autos aplastados, edificios a los que se les habían caído pedazos de la fachada, vidrios en el suelo, la calle parecía que la habían taladrado, estaba cuarteada, vi como lo que antes habían sido hogares, ahora eran puros escombros, mis lágrimas salieron al pensar que probablemente ahí, debajo de todos esos bloques gigantes de cemento y ladrillos, había personas.

Nunca se está preparado para algo así, definitivamente un fenómeno de esa naturaleza es impredecible y puede tocar en cualquier momento. Miré como jóvenes en bicicleta traían casco, chalecos, pala, pico y cubetas y llegaban a los lugares siniestrados a dejarlo todo, la ciudad salió y se pusieron centros de acopio, la población se movilizó.

Esa noche, nadie durmió. Muchos se quedaron sin hogar, debido a que sus edificios se cayeron o estaban al borde del colapso. Han pasado ya 72 horas desde que aquello ocurrió y han pasado tantas cosas después del terremoto. Como que una televisora nos quiso ver la cara y nos mantuvo en suspenso y en carcoma mientras que sostenían una mentira, como que a veces a esos a quienes mucha gente abandona o maltrata ahora son quienes encuentran cuerpos debajo de los escombros, o como sin ninguna convocatoria oficial, los jóvenes acudimos a entrarle al quite y sin rajarnos.

No voy a mentir, vernos a todos ayudando en lo que fuera, me conmovió hasta las lágrimas. Unos con cascos y pala, otros hacíamos cadenas humanas para trasladar víveres, otros estábamos en el supermercado comprando cosas, muchas familias iban a los lugares de derrumbe con comida para las personas que veían como sus casas quedaban en polvo, para los rescatistas, las brigadas, sobraban manos para ayudar.

Las alertas surgían en las redes sociales, y todos acudían al llamado, aquí estamos esos “millennials” a los que no nos importaba nada, a quienes nos tachan de poco conscientes de lo que vivimos. Todos de alguna forma hicimos algo y seguimos haciendo para que pronto, todo vuelva a la normalidad.

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Al momento se tiene la cuenta de 286 muertes, 148 en CDMX, 73 en Morelos, 45 en Puebla, 13 en el Estado de México, 6 en Guerrero y 1 en Oaxaca. También hay muchos heridos, damnificados. Cayeron escuelas, se dañaron hospitales, nos hicieron una grieta en el corazón, pero seguimos de pie. La ayuda ha llegado de países como Japón, Alemania, El Salvador, Chile, España, Israel, Brasil, Uruguay y otros, y nos queda decir: ¡Gracias!

En mi interior el miedo no pasa, pero la vida sigue, hay que pararnos y ayudar a levantar el país que ya estaba dañado por el sismo anterior y los huracanes y tormentas. Sé en el fondo que la Tierra está enojada, que nos está reclamando y ahora nos queda ponerle atención y volvernos a conectar con ella. Solo espero, un día, todo lo que siento ahora, pase.

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Hombres, atentos: la psicología femenina

Hace unos días miré un stand up de un conocido hombre llamado Franco Escamilla, el titular del video era: “Mujeres y futbol”. El hombre trataba de hacer una adaptación a la psicología femenina con una apología al deporte que más embabosa a los hombres, el tan amado ‘futcho’. Siendo realmente sincera, no pudo encontrar mejor ejemplo que ese para describir como a nosotras las mujeres a la hora de pelear o de tratar un asunto nos podrán empatar, pero jamás, léanlo bien, jamás nos van a ganar. Les diré por qué.

Resulta que nosotras podremos ser bien despistadas y perder a cada rato las llaves de la casa, pero nunca se nos va una. Recordamos fechas especiales, caras chuecas, palabras fuera de lugar, todos y cada uno de los momentos que nos hicieron sentir mal y el porqué. Recordamos la cara, el Facebook y hasta el teléfono de todas aquellas resbalosas que un día se quisieron pasar de v con nuestros hombres y todo aquello que en algún momento podremos utilizar en tu contra querido lector.

No somos malas, solamente tenemos lapsos de maldad bien encausada y en el momento preciso como un amaestrado francotirador, disparamos a quemarropa. Nos importa muy poco que sean tan excelentes amantes, que nos cumplan todos nuestros caprichos, pero una vez que hayas regado el ‘tepache’ con esa tendrás para que tu mujer te la haga de jamón y no precisamente la torta cada vez que pueda.

¿Qué tips les puedo dar para que no me los agarren en curva queridos lectores?

En primera nunca traiciones su confianza. Cualquiera te puede dar las nalgas, pero la confianza que depositamos en un hombre es casi sagrada. Con una sola vez que pongas en juego tan valioso tesoro, no hay vuelta atrás. Claro, hay de excepciones a excepciones… Sí, un Thifany’s lo puede solucionar o unas cien rosas, por ejemplo. Así que solamente ten presente que una metida de pata te puede salir bien caro.

Ni se te ocurra hablar bien de otra mujer en su cara. Obvio las mujeres de la familia no cuentan, de antemano sabemos que no podemos competir contra ellas, osea, son harina de otro costal. Pero en un mundo donde las mujeres representan más de la mitad de la población mundial, donde más de la mitad de esos hombres que andan por la vida están casados o tienen un compromiso y la otra fracción son gays (osea que también son nuestra competencia), entonces hay que cuidar lo que se tiene. Y claro, cualquier musaraña que se acerque ya sea directa o indirectamente a impresionar a nuestro hombre, pues salimos al brinco. Aunque después ni se lo merezcan.

Nunca la contradigas, esto ni tengo que decírselos, ya lo deben saber de sobra, pero bueno pónganlo en su lista de pendientes diarios: “No contradecirla”. Contradecir a una mujer en una decisión que ya tomó desde hace mucho tiempo y sin consultarte, es como meterte con Sansón a las patadas.

No trates de entendernos. Sabemos que puedes pasarte horas pensando qué tenemos en la cabeza, por qué reaccionados de tal o cual manera, incluso muchos van a terapia para tratar de comprendernos. Pero siendo realmente honesta, hay ocasiones en las que ni nosotras mismas nos entendemos. Lo único que pueden comprender es que traemos con nosotras un chingo de hormonas locas y todas alborotadas que nos vuelven locas, bueno, más locas de lo que estamos. Nos hacen reaccionar de formas inexplicables. Entiéndelo, no te metas en el camino de una mujer con cólicos. Podrías morir.

Nunca le preguntes ¿qué quieres?, porque somos los pinches seres más indecisos del planeta. Dios nos dio el dote de ser multitask así que como ustedes hombres pueden enfocarse tan bien en una sola cosa, enfóquense en tomar la iniciativa. Sé que muchas veces les diremos, no eso no se me antoja, eso tampoco, eso menos, eso ni pensarlo y así pasar muchas horas antes de decidir qué van a comer. Pero les cuento que tengan tantita paciencia y póngase en el plan de es aquí o decides ahora. En ese momento nos cae el veinte y tomamos decisiones sabias (a veces). En fin, a veces no sabemos qué queremos.

No sean tan obvios al andar de “coscolinos”. Por favor, tenemos un radar bastante bien equipado para saber cuando nuestro macho alfa está mirando a otra mujer. Y ustedes que no pueden disimularlo, aténganse a las consecuencias. Tampoco sean tan obvios de dejar su celular por ahí y menos si tienen conversaciones con otras chicas. Ya lo decía María Félix, “si tu quieres dejar a un hombre, investígalo. Pero si no lo quieres dejar, no lo busques porque lo vas a encontrar”. Este punto es muy importante, una cosa es que los dejemos ser para ver hasta donde llegan y otra muy distinta es que realmente nos vean la cara. He dicho.

En conclusión amable y caballero lector al que va dirigido este posteo en específico le digo que al igual que ustedes para nosotros son a veces un mal necesario. Sabemos cuán importantes somos en sus vidas. Y sí, nos aprovechamos de ello. ¡Pero no siempre!

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La temida crisis de los 30

No les voy a mentir, aquí pasan muchas cosas.

Muchas más de las que se imaginan bola de chismosos. Y eso que aún no inician los 30, eso es una gran tragedia, una gran oportunidad, una gran felicidad y un gran principio de muchas cosas que espero, si no me muero pronto, pueda vivir.

Y antes de empezar con el chisme jugozón, que sé que les encanta, no se hagan los ofendidos, dejen que les aclare para todos esos morros que aún no llegan a los treinta que, ¡ES REAL LA CRISISDELOSTREINTA! Lo es señoras, señores, señoritos y señoritas.

Ahora sí, además de sentirme ‘quedada’, fracasada, atascada, gorda, fea, sin aspiraciones, que no he hecho nada en todo este tiempo y un poco sola, me he sentido VIEJA. (Sin raspar muebles, que ese es mi sentir, déjenme).

Todo se empieza a poner más culero si nos remontamos al diciembre del 2011 cuando llegué con Gris a la Ciudad de México –solamente debo aclarar que no traía mis cosas en cajas de huevo- pensé que esta ciudad me brindaría grandes oportunidades, grandes experiencias que me harían crecer.

La verdad, crecí, maduré y me expandí profesionalmente.

La época morada

Yahoo! Representa en mi vida una época feliz, una época de aprender y de vivir muchos retos. Llegar del periódico más leído en mi Sinaloa querida a una trasnacional *Toma eso maestra Elisa quenuncamepuso10soloporjoder* como lo era la empresa gringa de Y! Era realmente increíble, pero nada fácil.

Llegué al mejor lugar del planeta, empecé a hacer cosas divertidas, interesantes y novedosas. El primer día conocí al hombre más especial de esos tiempos, me enamoré, lo embauqué y al año de ser compañeros de trabajo y de irnos todos los días por el mismo camino de siempre, viajar juntos, pues nos hicimos novios y nunca me sentí tan plena y tan enamorada como en esos tiempos.

Con la era morada crecí profesionalmente, sufrí por un jefe idiota, conocí grandes amigos, me enamoré como idiota, me divertí como niña y hasta canté. (No se vayan a reír)

Las vacaciones pagadas

Luego decidí darle un descanso al periodismo y me dediqué a las redes sociales de un corporativo y fue realmente divertido, conocí más amigas hermosas que quiero con todo el corazón, terminé con el novio de Yahoo, me deprimí, adelgacé, me corté el cabello, me reinventé, de momentos sentí que me oxidaba pero al final decidí tomarme el año sabático que terminaron siendo CUATRO AÑOS. Y de no ser porque en ese lugar conocí a la persona más horrenda podría haberme quedado mucho tiempo más, pero créanme que la maldad existe y se llama Gordett.

La mariposa que hizo un caos

Este 2017, el año en que me convierto en una treintona hecha y derecha ha sido un constante cambio, dejé mis vacaciones pagadas y regresé al periodismo, me enamoré de nuevo y perdí a una de las personas más importantes de mi vida. Gris, la persona que me trajo a esta ciudad, me dejó sola en esta urbe. Su partida me hizo ver que ella fue el motivo por el que estoy aquí, tal vez de alguna manera me quería dar la gran lección de la vida y siempre que tuve una duda, un problema ella estaba ahí para darme mis zapes, pero ahora no está y eso tocó de manera enorme mi corazón. No sé si era parte del plan de cumplir treinta pero me devastó y me siento incompleta y triste desde entonces, no esperaba que tuviera que hacerme la grosería de morirse como ella solía decir cuando alguien ‘colgaba los tenis’.

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Además de caerme varios veintes con su muerte, ocurrió lo que nunca pensé que ocurriría, mi ex regresó, me buscó y mis amigas aún no paran de reír por todas esas veces en las que me preguntaban al verme sufrir que si ¿qué haría si él regresaba?, yo les respondía que eso jamás iba a pasar y que se los firmaba donde quisieran. Pues me tapó la bocota y regresó para decirme que… esperen, eso no se los tengo que decir, me voy a guardar cosas, no sean tan así. Solo puedo decirte a ti, la que me tachó de querer quitarte a tu novio con el que te vas a casar, esa vez que lo encontré en Tinder y que sabe qué cosas te inventó para que me odiaras y dijiste que me iba a quedar sola, pues toma eso, no solo no estoy sola, sino que me piden segundas vueltas. ¡Boom bitch!

Lo cierto es que ya todo me duele, que prefiero quedarme en casa a ver una película a salir y beber hasta la madrugada, me conmueven sobremanera los niños, me urge irme a vivir sola y no tener que batallar con el desorden de otras personas ni los ruidos de sus partys mientras una está en cero humor.

He pensado también en la posibilidad de regresar a casa y emprender proyectos, he pensado en tener un hijo como madre soltera, he pensado que no he hecho nada y que me falta mucho por vivir, he pensado que efectivamente pasará el tiempo y realmente señoras y señores, yo seré la loca de los gatos.

¡Los quiero!

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Los ‘por mientras’ de la relación

Esta es una carta para quienes son el negrito en el arroz de las relaciones, para quienes son los inteligentes, los simpáticos, los que causan admiración pero que jamás considerarían como una persona para estar toda la vida, para esos que son el ‘por mientras’ de alguien más, para quienes representan el ‘peor es nada’ de su pareja y siguen creyendo que en algún momento, eso va a cambiar.

Primera noticia: eso solo pasa en la televisión, incluso ya hasta hay películas que te advierten que eso no va a pasar, así como en 500 días con ella, así mismito querido lector. No pasará y sé que tienes toda la fe y la esperanza en que eso cambiará, en que un día llegará la persona con la que sales y te dirá que eres el amor de su vida, pero acéptalo, sólo eres el amor de sus días.

Yo sé que tal vez tengas un carisma inigualable, estás dotado de inteligencia, eres un tremendo crack en algunas cosas, pero definitivamente para enamorar a una persona, pues simplemente no se te dan las cosas.

No es culpa tuya, tal vez es culpa de esa persona con la que estás, esta es la segunda noticia. A veces encontramos a alguien con quien tenemos match, con quien haces buen equipo, con quien te llevas de maravilla, tienen gustos y afinidades similares, se la pasan súper bomba todo el tiempo, deciden iniciar una relación y tu en el fondo dices: “¡Ya chingué!”

Pero resulta que esa persona aún cuando tienen una relación, pasaron los meses, incluso los años y se da cuenta de que no ha logrado esa conexión tan profunda contigo, te ve como su ‘bro’ y se da cuenta que no quiere comprometerse porque tiene miedos, pedos existenciales o simplemente se la pasa bomba así ‘nomás’.

Y tal vez te preguntes, ¿entonces qué chingados hago?

Yo sé que tu sabes la respuesta, es tan obvia, es tan simple, es tan sencillo, lo más fácil es abandonar el barco, terminar todo y decir “ahí nos vidrios” pero no es tan fácil como parece, a veces pasa el tiempo y sin querer queriendo logran construir cosas que son difíciles y dolorosas de romper, momentos que no se van a poder olvidar tan fácil, pero al final ¿qué caso tiene estar en un viaje que no tiene ningún destino final?

Sólo queda armarse de valor y decir, “ahí te guacho”.

Y no es que me haya pasado a mi, me lo contó la amiga de un amigo que iba conmigo en la primaria que tenía una vecina que vivía cerca de con mi tía.

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Mi loco cerebro de gorda

Si creen que usar tacones en la Ciudad de México es difícil, si sacar la visa para ir a Estados Unidos es complicado, acompáñenme a ver la triste historia de una mujer que ha intentado adelgazar y nomás no.

Han pasado ya tres años desde que decidí o más bien me resigné a vivir eternamente a dieta y créanme que sí bajé de peso, pues rondaba los 100 kg, ahora peso alrededor de 70 kg, pero ¿qué demonios pasa?, ya no logro bajar ni un gramo más. Algo muy malo hice en mi otra vida tal vez, o algo estoy haciendo muy mal en esta.

Nunca, jamás, he sido una espiga, siempre he sido la señalización exacta, “Ahí donde está esa gordita, ahí a un lado está la chica que buscas”, claro, la gordita siempre he sido yo.

Fuera de falsedades, envidio rotundamente a todas ustedes flacas del mal que comen cuanta cosa se les atraviesa y no engordan ni un gramo y no conforme con ello, dicen “comí demasiado, estoy muy gorda”. Las odio en verdad, no saben cuanto, a ustedes también amigas mías que leen esto y están flacas, las odio.

No saben lo que es ver una blusa, un vestido, un pantalón o cualquier ropa que te guste, entrar a la tienda y buscar tu talla y ver que no, no te va a quedar ninguna de las existentes. No saben lo que es tener que usar el color negro para disimular las lonjas o blusas muy holgadas para evitar no saltarte la gordura. Intentar verte sexy con un vestido atrevido y lograr solamente verte como un tamal mal amarrado, no lo saben.

Y miren que durante mi anterior soltería, cuando decidí adelgazar un poco, dejé a un lado todos mis complejos, fui viendo mi cuerpo menos redondo y ¡pum! Me sentí sexy y comencé a ligar a diestra y siniestra y fue divertido, no tenía nada que perder, ya había perdido tiempo antes, entonces ahora lo que quería era recompensar ese tiempo y descubrí que a los hombres no les importa ese cúmulo de grasa que puedas tener, o esas celulitis que no se logran ir con nada, a ellos no les importa nada de eso.

Pero el tiempo pasó, hoy ya tengo novio y resulta complicado para mi, salir a la calle y ver que mira a otras mujeres más acuerpadas y claro, a una le llega la inseguridad, las interrogantes del “¿seré lo que siempre soñó?”, claro que no.

Y fuera de esas inseguridades, regreso a solas y por más que quiero hacer ejercicio, comer sano, no logro la constancia adecuada quizás.

Les puedo contar que en cuestión de dietas he intentado de todo, desde coserme la boca, sí, literal, me pusieron una rejilla en la lengua y comí solamente líquidos, no es broma. Al final logré bajar algunos 10 kilos y luego me volví a inflar en muy poco tiempo, subí más de lo que había logrado bajar y bueno, la depresión llegó a mi vida, pero esa también me hizo comer más.

Las dietas, muchas, hasta puros licuados o el detox como se llama. Pero nada, ha hecho que el espejo logre reflejar a una mujer totalmente delgada. Ahora puedo presumirles que tengo una talla normal, que puedo entrar a una tienda y saber que las prendas me van a quedar y descubrí una gran realidad, la única persona que me ha hecho bullying a lo largo de mi vida, he sido yo misma.

Tengo la certeza de que en ningún momento mientras estaba en la primaria, la secundaria, la prepa e incluso en la universidad, nadie me discriminó por está pasada de peso. Incluso presumo que he sido muy afortunada en el amor, cosa que a veces no le encuentro una explicación lógica.

Uno aprende a amar su cuerpo tal y como es y a asociarlo a un cerebro brillante, un carácter simpático, una cara agraciada y eso es un conjunto que agrada a los demás y lo descubrí a base de golpes y de darme cuenta que hay quienes tendrán un cuerpazo y otras que haremos reír y hacer pasar excelentes momentos.

Amiga, amigo, si no tienes el grandioso cuerpo, no te acomplejes, es mejor hacer sonreír a alguien, eso nunca cambiará.

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Esta va para esa rata inmunda, güera y desabrida 

Nunca había visto a todo un país rezar por unas elecciones de una nación ajena, pero sucedió. México rezaba para que el próximo presidente de Estados Unidos no fuera el magnate Donald Trump, un despiadado ser que durante toda su campaña política hacia la presidencia dijo que construiría un muro por toda la frontera entre USA y México y que además, nosotros, los mexicanos la pagaríamos.

En mi particular punto de vista como mexicana, tengo sentidos encontrados. ¿Será que Estados Unidos tenía envidia de que nosotros tenemos un presidente bien pendejo y quisieron el suyo? ¿Será que los latinos residentes del país gringo ya no quieren más paisanos allá? ¿Será que los extremistas xenófobos después de ser gobernados por un negro no querían a una mujer como presidente? ¿Será que de plano, nos van a ver a todos los mexicanos con pala y cubeta en mano levantando el nuevo muro?


Las noticias en México desde el gane del güero desabrido se han encargado de exponer actos de racismo, declaraciones que confirman que el próximo presidente estadounidense no quita su dedo del renglón y de este lado, ni los diputados, ni los senadores, ni los políticos y ni el mismísimo presidente han alzado la voz para reclamar, están callados y solamente vemos como el peso se nos cae de nalgas cada día.

Tengo familia que lleva más de dos décadas viviendo en Estados Unidos, gente trabajadora, que chambea a diario y lucha por su sueño, aunque no sea el americano, simplemente tener una vida mejor a la que tenía en México y los admiro porque aún sin las oportunidades que los gringos y residentes tienen, salen adelante cada día. Lamento mucho que mi país no les haya brindado esas oportunidades, lamento profundamente que mi tía, la hermana menor de mi madre no pueda estar en los mejores y peores momentos cerca de la familia, pero a veces así es, y confío plenamente en que ese hijo de su güera madre no se atreverá a sacar a todas esas personas latinas que han levantado su país. 

¿Apoco esperan ver a una güera frijolera piscando elote o tomate? ¡Eso no lo verán nunca sus ojos, si ya lo dijo Fox, (ese de las bototas, las alimañas, las víboras prietas y tepocatas), “los latinos hacen trabajos que ni los negros aceptan”, y no es por menospreciar y ser racista pero en el vecino país, el mexicano es el de la mano de obra barata, y al que se le debe gran parte del progreso y el ser la nación más importante del mundo.


Si de deber hablamos, si a ladrones nos referimos, pues denos de ‘retache’ nuestro pedazo mexicano que nos quitaron, y si de delincuentes mariguanos, pues vamos viendo quién es el país más consumidor de drogas, quienes se agarran a balazos nada más porque están locos.

Perdone usted querido lector mi furia, y perdone la tardanza, estaba tratando de modular mi tono, de no ser tan agresiva, pero a veces la democracia puede ser tan absurda que aunque un poco menos de la mitad esté en desacuerdo, se tienen que fregar.

En este momento en México se respira incertidumbre, del lado gringo miedo. No sé qué es peor, pero prefiero luchar de mi lado, aquí si me caigo, por lo menos me ayudan a levantarme, de aquel lado solamente se destapó lo que desde siempre sabíamos que existía, unos güeros percudidos enojados con sus políticas, egoístas, racistas, xenófobos y con ideas del siglo pasado.


¡Viva Pancho Villa!
(Con sus dos mujeres a la orilla)

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Se me están acabando los “tes”

Se me están acabando los “tes” y me está cayendo el ‘veinte’ de una manera que jamás imaginé.

Resulta que mi mes favorito, sin duda alguna y por muchas razones es octubre, el mes en el que nací, en el que mi madre tan bonita ella, me trajo al mundo y desde el primer día que llegué a este planeta no he parado de joder.

Este blog no es para hablar de qué tan primor o qué tan culera soy, sino de algo sumamente relevante, algo más importante que las pinches elecciones en Estados Unidos, algo tan trascendental en la vida de todo ser humano (o por lo menos en la mía) y es la culminación de mis 20’tes, de mis años mozos o de la llegada del tercer piso, del inicio ante sus ojos de una ‘treintona’ hecha y derecha, (bueno en realidad dicen por ahí que soy ambidiestra).

whatsapp-image-2016-10-26-at-07-06-53Primero que nada quiero decirle a esa niña enfermiza que sale en todas sus fotos de cumpleaños cansada, ojerosa y con algunas ilusiones que es una chingona. Hace veinte años no alcanzaba a vislumbrar el panorama que ahora tengo, puedo apostar que la mayoría de las personas que me vieron crecer, tal vez no creyeron que podía llegar tan lejos, incluso en algunos momentos de mi vida pensé que no progresaría, que nunca sería una profesionista y que todo era negro en mi camino. A esa niña que soñaba con ser alguien en la vida, le quiero agradecer, porque que lo hizo muy bien, que aun cuando los comentarios no eran para nada alentadores, gracias por no escuchar los malos comentarios, las malas caras o tus fantasías de niña.

La fuente de poder más grande fue y es mi madre, a quien le debo lo que soy, sé que nunca podré ser tan trabajadora como ella, pero sé que está orgullosa de lo que he hecho, de lo que soy, de la mujer que ella sola pudo sacar adelante sin ayuda de nadie, y créanme que no fue nada fácil cuidar y educar a esta que les escribe, que siempre fue contestona, rebelde y poco convencional hija que le tocó.

A mis 29 años puedo decir que me falta mucho por vivir, que disfruto cada cosa que hago, cada momento que vivo, cada detalle que mis allegados me regalan.

Tengo una lista de cosas que quiero hacer antes de llegar a los 30, pero sobretodo tengo un millón de cosas que decir y agradecer.

Esta ciudad en la que ahora vivo, me ha visto llorar, me ha visto crecer profesionalmente, me ha visto pasar hambre, me ha visto perderme, reír y encontrar, perder y volver a encontrar el amor.

Me siento realmente afortunada del momento que vivo, de la persona que tengo a mi lado en este momento, no sé si son los años o por fin maduré, pero después de noches de locura y alcohol, ahora puedo disfrutar plenamente de una noche de tranquilidad, series y palomitas en casa.

Encontré el punto medio para disfrutar mi día a día, enamorarme a diario, y no pensar en qué pasará mañana. Descubrí que el futuro no existe, sólo existe el hoy, el momento justo que vas viviendo y que no hay nada más.

Nadie tiene la fórmula para vivir, pero estoy segura que lleva un poco de locura y valentía, lo único que te digo es que corras el riesgo, que saltes del paracaídas, que te atrevas a hacer todo aquello que deseas hacer pero que no puedes por temor, piensa en ti, si tú estás bien, lo demás… Lo demás solo vendrá.

Feliz cumpleaños a mí, a esta loca que nació una luna de octubre.

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Mis historias

Carta desde donde no pasa nada

Un día te levantas sin sentimientos después de haber moqueado, pensado que ibas a morirte de amor, un día te cansaste de sentir que tu alma estaba desgarrada, pensaste que no ibas a encontrar a alguien como esa persona que te dejó o que dejaste, sentiste que nadie te comprendía, las malditas canciones de amor parecían estar escritas para él o ella, esa persona era todo para ti y de pronto ya no estaba y viste derrumbarse todo el mundo que habías construido.
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Pero ya no hay nada. Así como ese libro de José Saramago donde un día nadie muere, yo un día ya no morí por nadie, desperté y vi la vida pasar por el techo, mi cuerpo no se movía por nadie más, no tenía que esperar una llamada para ir a desayunar, no tenía resaca después de una discusión, no me sentía melancólica ni tampoco apasionada por alguien, no tenía pegados los besos de nadie, ni el olor impregnado de otra persona a la que una noche anterior le dije que le quería.

Pasó el tiempo y me di cuenta que ni me morí de amor pero tampoco hay alguien ahora que me haga sentir viva de nuevo, ese tan sonado ‘clavo que saca otro clavo’.

En mi descripción de Tinder dice que “últimamente no tengo química con nadie, que mis amigas hicieron una rifa para ver si salía, pero fracasaron en el intento”, y aunque la rifa no se hizo por falta de participantes, es una realidad que no he conocido a alguien que me ‘mueva el tapete’ como dicen por ahí.

He salido con muchos hombres, unos más interesantes que otros, otros más guapos y otros más simpáticos que ‘caritas’, me he divertido, me han dejado algunas experiencias divertidas e interesantes para contar, pero… de una cita o un café no ha pasado algo realmente bueno para mí.gif_185692_cuando_estas_completamente_hinchado_pero_sigues_comiendo_porque_te_encanta

¿Por qué? No lo sé, ya estoy empezando a creer que seré la loca de los gatos o la ‘Chayo de la Tía’, una mujer del pueblo de mi mejor amigo que aún a sus más de 80 años sigue esperando que llegue un apuesto hombre a robársela en un caballo cual Gertrudis de ‘Como agua para chocolate’ que se la robó un forastero y bandido así como Dios la trajo al mundo.

No tendría ningún reparo si llegara por su propio pie, en un avión, en bicicleta, en un tren o en lo que quiera, pero que llegue. ¿Qué tal si de pronto apago 80 velitas y no llega?

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Cuando mis amigos me dicen, ‘ya llegará tu momento’, quisiera que evitaran su comentario cero alentador y falso, pues como ellos tal vez sí tengan con quien pelear o romancear, si no te encuentras en igualdad de circunstancias, mejor cállate.

Estoy completamente segura que todos en algún momento de la vida se han sentido devastados y faltos de cariño, de esas veces que ni la mosca te pela, que no sientes el más mínimo sesgo de inspiración por nada ni nadie.
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En estos ya casi dos años he confundido a cualquier pendejo con enamoramiento, lamentablemente soy más inteligente que bonita y pronto me doy cuenta el grado de idiotez que poseen y me marcho o simplemente me comporto como la chica intensa para para que ellos solos se vayan, pero realmente no hay una razón para sentirme menos vacía y más feliz.

Sólo sé que un día esto será distinto, o no…

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